Les Fanfares s’indignent – París
Ficha técnica:
- Registro
- Commission
- Crónica
Aquella nube que me recibió saliendo del metro no me había dejado. Busque aquel lugar de Falafel que me había recomendado y fue mi único objetivo. El trayecto fue sencillo, el metro me gusta, sin embargo esa nube estaba muy pesada. Por alguna razón había dejado la chamarra negra y en esa ocasión utilicé el abrigo que había compadro en Antwerpen, muy bonito pero pesado y para el agua… realmente me sentía en campaña.
La dirección indicaba un lugar llamado Chez Hanna en la rue des Rosiers, cerca del metro, espere unos momentos y tras calmarse un poco la lluvia camine a su encuentro. Este lugar me había sido recomendado ya que en muchas guías es indicado como el mejor Falafel en el mundo, así, con ese título pintado en sus paredes te recibe, sin amargo, su carácter 100% turístico causo en mi un rechazo inmediato, retrocedí y con el radar del estomago vacio encontré el que para mi fue el mejor Falafel del planeta, en esa misma cuadra uno llamado Mi-va-mi, un modesto pero concurrido restaurante media cuadra antes, simplemente el mejor.
Comia y caminaba, no quería acabar, el ultimo bocado significaría que no tendría nada mas que hacer y así sucedió, lo di y ahí vi la cara de la nada. Izquierda, derecha, allá por el callejón, de regreso al metro, alguna atracción, nada. Tome aire y a lo lejos vi una arboleda, camine hacia ella y de pronto, la concertina de cientos de músicos fue un faro para tomar rumbo, fue ahí donde todo aquel vacío fue una lección que aun sigo por digerir.
Con el faro de la música en el aire, aquel grupo de gente real, de gente que no era cliente de boutique o turista en espera del autocar, ese grupo de músicos era un grupo de personas que encabezaba un contingente mucho mas grande, el inicio de una columna que hacia música de toda clase, con una gran pancarta coronada por un niño. La manta tenia escrito «Les fanfares s´indignant», poco tiempo después revisando una reseña me encontré una descripción de sus organizadores como: «Nos identificamos con el concepto de viento de la utilidad social, como la expresión de un movimiento de pensamiento y práctica musical colectiva». Me parece consecuente con lo que presencia, cientos de músicos avanzando por aquella calle de tres nombres que termina en la «rue du Pas de la Mule» para integrarse al ultimo tramo hacia la bastilla, todo entre música balcánica, senegalesa, metales húmedos y un eco con distintos acentos entonando «O bella ciao bella ciao, bella ciao ciao ciao Ma verrà un giorno che tutte quante Lavoreremo in libertà.»
Así caminamos hacia la Bastilla, la lluvia no paraba y no repare en empaparme a mi y la cámara, en ese choque de mareas también surgió otra serie fotográfica titulada «Ellos no ven su paso».
Caminamos entre la lluvia y circulaciones cerradas, me sorprendía lo gris del día y ahí, todos los músicos se concentraron en esas escalinatas y continuaron con aquella sola voz de los instrumentos hablándole a aquello que no hemos encargado de silenciar, a lo permanente , a la conciencia, a la vida. consignas, gritos, sorpresas, música y aquella voz. La victoria de llegar en comunión.
Y de pronto, en medio de aquella desorganización organizada se rompieron filas y poco a poco aquella agua que caía del cielo se fue llevando entre sus riachuelos la reunión, poco a poco, por grupos la música desapareció entre las calles y canales, entre las escaleras, trafico y charcos.
1 comentario